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14 de diciembre de 2010

El carácter científico de la lingüística chomskiana

Gramática Generativa
En una entrada anterior se habló del Programa Minimista de Chomsky, en la que daba cuenta, desde una perspectiva de estudio científico del problema de adquisición del lenguaje, el autor planteaba la necesidad de una metodología de estudio acorde a esta perspectiva.

En esta entrada se explicará brevemente los criterios metodológicos seguidos por Chomsky, siguiendo el capítulo ya mencionado en la entrada anterior del libro Introducción a una sintaxis minimista de los autores Luis Eguren y Olga Fernández Soriano.

Chomsky aplica a su estudio del lenguaje la lógica de investigación científica de las ciencias naturales. Esto requiere que se elaboren hipótesis predictivas, susceptibles a ser puestas a prueba; recurrir a unidades o estructuras abstractas para dar cuenta de los fenómenos que no son fácilmente observables; la idealización del objeto de estudio y la necesidad de plantear teorías simples para explicar un fenómeno.

La idealización del objeto de estudio se plantea como necesaria para dar con lo real, es decir, se intenta explicar las variaciones a través de las desviaciones del ideal. En las ciencias naturales, la idealización del objeto es una estrategia metodológica primordial para enfocar el estudio en lo central, para profundizar el estudio. Como explican los autores, “un objeto idealizado no es una identidad ideal, perfecta o inexistente” sino una instancia real, “es el recurso racional de que disponemos para poder hablar acerca del núcleo invariable de lo real”. Como cualquier investigación científica, la perspectiva limita al objeto. 

El problema lógico de la adquisición del lenguaje, que es el objetivo de la investigación lingüística chomskiana, requiere que se precisen el contenido de la Gramática Universal (GU), que es el estado inicial en el proceso de adquisición del lenguaje, y también la Lengua-I, el estadio final de dicho proceso. Esta precisión implica que se dejen de lado las variantes de todo tipo para dar con las propiedades del lenguaje. Es por ello que plantea un hablante-oyente ideales en una comunidad lingüística homogénea para simplificar la tarea. 

El principio de la “navaja de Occam” es otro principio de las ciencias naturales que se aplica a la lingüística chomskiana. Este postula que “para explicar los fenómenos no se deben multiplicar las entidades más allá de lo necesario”, si hay dos hipótesis o teorías que sólo difieren en cuestiones poco relevantes, se deberá optar por la más simple, es decir, la que explique o describa el fenómeno en términos generales.
Los autores de Introducción a… explican que los criterios de simplicidad no deben confundirse, una cosa es la “noción externa de simplicidad (…)” y otras son “las medidas de simplicidad internas a la teoría lingüística que se han propuesto en diferentes momentos de la historia de la lingüística chomskiana”. 

La simplicidad, en el modelo de Aspectos de la teoría de la sintaxis “consistían en “mecanismos de evaluación” que permitía al niño escoger entre las gramáticas consistentes con los datos lingüísticos de su entorno” y que fuera más simple. En cambio, en el modelo de lo Principios y los Parámetros, se cambia el modo de concebir el aprendizaje de la lengua por parte del niño, este “fija ahora los valores de un conjunto de posibilidades abiertas de la GU (o parámetros). En el Programa Minimista se utilizan medidas de simplicidad internas “que permiten (…) comparar fragmentos de una gramática y elegir el más simple por criterios de simplicidad específicos de la teoría lingüística”.

El enfoque naturalista e internista del lenguaje implica concebirlo a éste último como un órgano de la mente. Esto, a su vez, tiene otras consecuencias a nivel teórico y plantean cuestionamientos sobre el conocimiento lingüístico, la adquisición del lenguaje en los niños, de qué modo surgió la facultad del lenguaje en la especie humana; cómo se aplica el conocimiento lingüístico tiempo real; de qué modo el lenguaje está materializado en el cerebro y cómo lo está en el código genético. Estas serían las cuestiones fundamentales de la lingüística chomskiana.
Para Chomsky, según plantean los autores, lo central en su investigación es lo siguiente:
El conocimiento lingüístico constituye un dominio específico. Debe distinguirse el uso lingüístico. Contiene un componente central que es la sintaxis, la encargada de realizar cómputos sobre representaciones lingüísticas. Dicho componente computacional es autónomo con respecto al significado y al uso.
La lingüística chomskiana plantea que los “órganos de la mente”, como la visión, la memoria, entre otras, conforman dominios, es decir, que son autónomos, genéticamente predeterminados, al igual que el “órgano mental del lenguaje”. Esta autonomía no implica que no comparta propiedades con otros dominios mentales, sino que hay una interconexión entre ellos. Como explican los autores, “el lenguaje es tanto un sistema de entrada como un sistema de salida,  y ambos sistemas están obligatoriamente interconectados a través del sistema central (…) Por lo tanto, determinados subcomponentes de nuestro conocimiento lingüístico pertenecerían al sistema central”.

La distinción entre uso lingüístico y la competencia lingüística, es “una hipótesis empírica avalada”. En cuanto al uso lingüístico debe tenerse en cuenta que en esta instancia hay diversos factores extralingüísticos que se conjugan y que no afectan el conocimiento gramatical del individuo. No hay una equivalencia entre competencia/actuación y Lengua-I/Lengua-E. Para Chomsky, la competencia es tanto gramatical como pragmática. La Lengua-I es sólo la competencia gramatical, y en la Lengua-E se encuentra la actuación y también lo no lingüístico, como las pausas, las oraciones agramaticales, etc. Centrarse en la competencia gramatical (la Lengua-I) requiere también el estudio del uso lingüístico y una teoría del mismo que permita dar cuenta de la competencia pragmática de los hablantes.

La concepción computacional del cerebro en la teoría lingüística chomskiana “es de naturaleza simbólica, esto es, los distintos tipos de algoritmos (sean estos reglas, operaciones, o condiciones de buena formación) operan sobre representaciones mentales, esto es, sobre conjuntos estructurados de símbolos o unidades portadoras de información.” Utilizaré el ejemplo que los Eguren y Fernández Soriano utilizaron para ilustrar esto último:
Ej.: la operación de Ensamble del Programa Minimista tomaría como input (material de entrada) dos representaciones lingüísticas: “este” y “libro”, y produciría como output otra representación lingüística “este libro”.
Una representación en las teorías computacionales es “un conjunto de unidades que contienen información de algún tipo”. Chomsky caracterizó a “las Lenguas-I como modelos computacionales simbólicos”. La ventaja de este tipo de teorías aplicadas al sistema cognitivo lingüístico es que permiten explicar las propiedades del mismo, “como la sistematicidad, la infinitud discreta, la recursividad o la dependencia de la estructura.”
Otro punto polémico de la teoría chomskiana y siguiendo con las ideas básicas de su teoría, tal como lo presentan los autores que cito, es que la sintaxis es autónoma e independiente del significado. Este planteo, según explican los autores, debe entenderse “en el marco de una discusión sobre la posibilidad de identificar nociones formales como sujeto u oración gramatical con nociones semánticas como agente u oración dotada de significado”. Nos podemos encontrar con sujetos que no son siempre agentes, y también nos encontramos con oraciones sin sentido pero gramaticalmente bien formadas. Por ello Chomsky dice que no es posible reducir totalmente las nociones formales a nociones semánticas. La sintaxis es autónoma para este autor, pero no está aislada. Como explican los autores de Introducción…, “las gramáticas mentales contienen un conjunto de primitivos, de operaciones combinatorias y de principios que no se pueden derivar de nociones semánticas o discursivas”. Agregan que “la autonomía de la sintaxis es, en definitiva, una cuestión empírica”.

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Fuente: Eguren, L. y Fernández Soriano, O. Introducción a una sintaxis minimista. Editorial Gredos. Madrid. 2004. Pág 24-47.

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